El cuidador “quemado”

Este artículo versa sobre cuidadores profesionales, pero muchos puntos se pueden aplicar al cuidador “no profesional”

Los cuidadores son piezas de un engranaje de protocolos estandarizados en un entorno ‘máquina’

Al trabajo profesional de cuidar se le atribuye una connotación de desgaste laboral y personal, relacionado con la tarea en sí. Entre los profesionales sanitarios se ha descrito como el síndrome de “burnout”, que conlleva agotamiento emocional, despersonalización y baja realización personal.

Una interpretación de esta tarea, desde una perspectiva romántica del yo, sitúa al cuidador/sanitario en una maraña de sentimientos, pasiones, impulsos y fuerzas que le llevan a darlo todo por el otro en su trabajo. El cuidador romántico se entrega a su tarea sin medida, “como un héroe” por y para el paciente; mezclado con él, dispuesto a sacrificios y movido por valores morales profundos, místicos, de descripción confusa que exudan energía y dotan de un sentido a la acción de cuidar. Aparece así el cuidador quemado, diluido en el oleaje de confusión que se ha creado. Desde el pragmatismo de la visión moderna del yo, la tarea profesional de cuidar se sustenta en la racionalidad y aplicación práctica de avances científicos, implementados en cadena. Aquí ya no sirven valores ni motivaciones, sino que se aplican protocolos estandarizados con pulcritud e higiene, en un entorno máquina en el que los cuidadores son piezas de un engranaje, que a veces sirve de parapeto para evitar mezclarse con el otro; barrera desde que se mira con interés científico lo que sucede. Y, aparece el cuidador quemado, ser humano saturado, que no soporta el desarraigo derivado de ese estilo profesional.

Una interpretación posmoderna nos permite situarnos como cuidadores profesionales, pero también como personas cuidando y a su vez como potenciales receptores de cuidado… y así tantas perspectivas distintas que surgen del acto relacional. Según Gergen “la vida se vuelve más expresiva y rica si se suspenden las demandas de coherencia personal, de reconocimiento o de enfoque determinante, y simplemente se narra dentro de un proceso en el curso de las relaciones con los demás”. El sanitario cobra significado en su relación con el paciente, y este a su vez lo hace en relación a todos los agentes cuidadores que se relacionen con él, con sus diferentes interpretaciones y puntos de vista sobre el acto de cuidar, que son más determinantes que el estatus profesional desde el que se interactúa con el paciente.

Quizás es comprendiendo la relación que se establece desde el rol profesional con cada uno de los pacientes a los que se cuida desde donde se puede encontrar salud en el acto de cuidar.

28 abril 2013 La Vanguardia

Agustina Sirgo Rodríguez A. SIRGO, doctora en Psicología, psicóloga clínica y psico-oncóloga en el hospital Sant Joan de Reus

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