Según Menchu

menchuMi marido era una persona que tenía en general muy buena memoria, sobre todo para la geografía y la historia. Un buen día, de golpe y porrazo, se levantó por la mañana y no recordaba que día era. Así pues, decidió ir marcando en el calendario el día correspondiente para así saber en qué día vivía. Como era una persona muy cuidadosa con su imagen también se apuntaba en el calendario porque lado de la cara debía empezar a afeitarse, ya que eran detalles de la vida cotidiana que él iba olvidando. Y a medida que pasaban los días él se daba cuenta de que algo le estaba pasando, incluso había llegado a comentar: “No sé qué me pasa, debo de estar envejeciendo, porque hasta en el autobús me ceden el asiento”.
Por estos olvidos y otros detalles relacionados con la pérdida de la memoria, solicitamos unas pruebas de memoria. Como la situación se agravaba solicitamos una visita en el Hospital Clínico y empezó el tratamiento. Nuestras vidas continuaron pero él era nuestro principal centro de atención. Nos adaptamos a la nueva situación y cada día y cada mes que pasaba aprendíamos algo nuevo de la enfermedad, así como a disfrutar de su compañía.
Después de 8 años de haber compartido mi vida junto a mi marido, enfermo de
Alzheimer y de 4 años de su fallecimiento, tengo la satisfacción de haber podido estar a su lado cuidándolo hasta el último momento.
Al fallecimiento de mi marido, también fue una satisfacción, el poder hacer una donación para contribuir al estudio de la enfermedad, ya que hace 10 años era muy difícil conseguir un diagnóstico y es un motivo de esperanza que, en el futuro, se pueda notar una mejora en el estudio de esta enfermedad y que otras personas puedan beneficiarse del progreso de las investigaciones.

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